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La psicología del proceso: el enemigo oculto de tu potencial

  • Foto del escritor: languagesjourney2
    languagesjourney2
  • 18 nov
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 2 días

Vivimos en una sociedad que glorifica el éxito instantáneo y las transformaciones radicales de la noche a la mañana y, por ende, tendemos a llenarnos de excusas para aliviarnos de la frustración. Pero la verdad es que el progreso real, el que te lleva a dominar una nueva habilidad, a ponerte en forma o a lanzar un proyecto, rara vez es un evento dramático. La mayoría de las veces, es un acto invisible de voluntad diaria.


Nos hemos vuelto expertos en inventar barreras. "Es que me da pena hablar", "no tengo el tiempo suficiente", "los cursos son muy caros", "me falta el profesor nativo". Cada una de estas frases no es más que un muro que construimos para protegernos del fracaso, y al final, se convierten en la cárcel de nuestro propio potencial. El verdadero enemigo de tu cambio no está afuera, está en la batalla mental que libras contra ti mismo.


El poder de la determinación


La fluidez en un segundo idioma es, ante todo, un acto de voluntad. La psicóloga Angela Duckworth lo explica a la perfección en su libro "Grit: El poder de la pasión y la perseverancia". Ella argumenta que el éxito no depende del talento innato, sino de una combinación de pasión y perseverancia. Es lo que nos impulsa a seguir adelante incluso cuando los resultados no son visibles. Es el motor que te lleva a levantarte temprano para ir al gimnasio o a trabajar en tu proyecto personal un día tras otro, sin importar si te sientes inspirado o no. Obviamente, adquirir una nueva lengua no es la excepción.


La constancia nunca es impresionante en el momento. Es la acción silenciosa, el paso a paso, la repetición. No hay aplausos para el corredor que se levanta a las 5 a.m., solo para el que cruza la meta. Sin esa constancia, la meta nunca sería alcanzada. Y si hablamos en términos del aprendizaje, no necesitas el curso perfecto, o el profesor ideal. Lo que necesitas es la determinación de presentarte todos los días y hacer el trabajo cada día, sin importar si te sientes inspirado o no. La constancia nunca es impresionante en el momento. Los resultados, solo se ven al final.


Tu reto de 21 días: construye tu músculo de la perseverancia


Si te sientes estancado en un ciclo de excusas, te propongo un reto. Deja de enfocarte en el destino y abraza el proceso. Por ejemplo:


  1. Identifica tu principal barrera: ¿Cuál es la excusa que más usas? ¿La pena, la falta de tiempo, el dinero, no tener a alguien con quien practicar? Nombra a tu enemigo y reconócelo.


  2. Define tu "mínimo viable": No te propongas una meta abrumadora. Elige una acción simple, tan fácil que no tengas excusa para no hacerla. No te propongas estudiar 2 horas al día. Elige, más bien, escuchar un podcast de 5 minutos, o grabar una nota de voz de 20 segundos en inglés, o escribirnos si no tienes con quien practicar. Tu objetivo es no fallar a ese mínimo, sin importar qué.


  3. Celebra la consistencia: Al final de cada semana, no te preguntes si eres "mejor". En su lugar, pregúntate si fuiste constante. Reconoce y celebra la disciplina que tuviste y el simple hecho de haberlo intentado.


  4. Hazlo un hábito: de cierta forma, Aristóteles lo mencionó "somos lo que hacemos repetidamente". Convierte tu "mínimo viable" en un hábito.


La vida está llena de procesos que requieren de tu valentía diaria. Tu cambio, tu disciplina, tu éxito, dependen de la valentía de tus pasos diarios.

 
 
 

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